Investigadores texanos desarrollan nueva tecnología inspirada en bebidas gaseosas permite capturar CO2 a bajo coste y sin químicos, con hasta un 99% de eficiencia

Actualidad19 de noviembre de 2025TechinfoTechinfo
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99% de captura de CO₂ por 26 $/tonelada, mucho más barato que los sistemas actuales (50–100 $/tonelada). Con un poco de cal, se logra 100% de captura por menos de 28 $/tonelada, incluso eliminando CO₂ del aire entrante.

Captura de CO₂ con agua y presión.
Coste bajo, desde 26 €/t.
Captura casi total, hasta el 100%.
Alternativa a químicos caros.
Aplicable a centrales, acero, cemento, hidrógeno.
Compatible con biomasa y CO₂ negativo.
La captura de carbono suele sonar compleja, casi siempre asociada a grandes torres metálicas y a soluciones químicas que requieren demasiada energía para funcionar. Pero un equipo de investigadores propone mirar algo tan cotidiano como una botella de refresco para entender una alternativa más sencilla y económica. La idea está en el propio burbujeo: CO₂ que entra en el agua bajo presión, CO₂ que sale cuando esa presión cae. Sin artificios.

El método, llamado Pressure Induced Carbon Capture (PICC), parte de esa física básica para plantear una vía de captura mucho más barata y limpia que las opciones actuales. Para sectores como el cemento, el acero o las plantas de hidrógeno —donde las emisiones son difíciles de evitar por pura naturaleza del proceso—, esto abre una puerta que llevaba demasiados años atravesada por costes imposibles.

Los responsables del desarrollo, Mark Holtzapple (Texas A&M) y Jonathan Feinstein, ya han iniciado los trámites para licenciar la tecnología en distintos sectores industriales. Ambos insisten en algo simple: la electrificación avanza, pero los combustibles fósiles aún forman parte del tablero energético. Y mientras no se retiren por completo, capturar lo que emiten sigue siendo una pieza clave.

“Se puede atrapar el CO₂ usando solo agua y presión”, resume Holtzapple. Sin disolventes, sin compuestos tóxicos, sin corrosión, sin residuos químicos difíciles de gestionar. Un alivio para quienes trabajan en plantas donde cada decisión técnica tiene un impacto económico inmediato.

Cómo funciona realmente
El proceso arranca con los gases de combustión, ya sean de carbón, gas natural o biomasa. Ese gas caliente se enfría y se comprime antes de entrar en la columna de absorción, el corazón del sistema. Dentro, el agua circula hacia abajo, fría, mientras el gas sube. La estructura interna de la columna obliga a ambos a mezclarse bien; ahí es donde el CO₂ se “esconde” en el agua por pura presión.

Arriba de la columna sale el gas casi limpio. Lo que queda del CO₂ se queda disuelto en el agua, que cae hacia depósitos donde la presión se reduce paso a paso. Y lo que ocurre es lo mismo que al descorchar una botella: el gas atrapado sale en forma de burbujas.

El CO₂ obtenido se puede comprimir y almacenar en formaciones geológicas profundas —como acuíferos salinos—, que es la práctica más extendida en proyectos de almacenamiento seguro.

Menos coste, más captura
Los análisis económicos del equipo son contundentes: PICC captura y comprime el 99% del CO₂ por unos 26 €/t. Para comparar, los sistemas con aminas suelen rondar entre 50 y 100 €/t y se quedan alrededor del 90% de captura, en el mejor de los casos.

Las aminas, además, se degradan, generan residuos y requieren un consumo energético adicional para regenerarse. PICC prescinde de todo eso: no hay reacciones químicas que revertir, solo presiones que subir o bajar.

El equipo señala un punto más: si se añade una pequeña cantidad de cal al agua, la captura alcanza literalmente el 100%, incluyendo el CO₂ presente en el propio aire quemado en la combustión. De esta forma, cuando se combina con biomasa —que absorbe CO₂ natural durante su crecimiento—, el balance final puede ser negativo. Es decir, retirar carbono de la atmósfera de forma permanente.

Qué impacto puede tener en el medio ambiente
Una tecnología de captura más barata tiene un efecto directo en el ritmo de adopción. Sectores considerados “difíciles de descarbonizar” podrían integrar sistemas de captura sin hundir sus costes de producción. Menos barreras económicas significa menos emisiones retenidas por inercia.

La ausencia de solventes químicos también reduce riesgos ambientales: no hay fugas tóxicas, no hay residuos corrosivos, no hay ciclos de regeneración de aminas que liberen emisiones no deseadas. Solo agua, que puede recircularse, y CO₂ que se extrae de manera controlada.

En regiones con legislaciones más estrictas sobre emisiones —como la Unión Europea con su sistema ETS—, una herramienta de bajo coste como PICC puede facilitar que más industrias cumplan objetivos sin trasladar el coste al consumidor. Menos costes = más aceptación social. Y eso importa.

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